Debido al fenómeno conocido como pareidolia, cuando miramos un carro de frente identificamos unos ojos que nos miran (las luces) e incluso nariz, boca y otros rasgos faciales. Una reciente investigación desarrollada en Viena revela que no es sólo un efecto curioso de nuestro cerebro, sino que puede afectar a nuestra decisión a la hora de adquirir un nuevo vehículo.
En un experimento con 20 hombres y 20 mujeres, Truls Thorstensen, de la empresa EFS Consulting, y la antropóloga Sonja Windhager han comprobado que la mayoría de la gente escoge los carros "con cara enojada" frente a aquellos que ofrecen un "aspecto sonriente". Esto se traduce en una preferencia por vehículos más anchos y bajos, con faros delanteros angulosos y una entrada de aire alargada.
Los menos valorados son los vehículos que “parecen disgustados o tristes”.Thorstensen ha anunciado que su siguiente objetivo es repetir el experimento con individuos etíopes que no conocen los vehículos y, por lo tanto, no tienen los mismos prejuicios culturales ni han sido influídos por la publicidad. Además, recurrirá a técnicas de neuroimagen para averiguar qué pasa por nuestra mente cuando identificamos un rostro en un objeto inanimado e interpretamos sus "emociones".
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